Una ligera niebla envolvía la solitaria carretera, como un velo misterioso sobre una pintura trazada por el clima. Emma, una mujer de 34 años, conducía tranquilamente mientras escuchaba la música que arrullaba su mente cansada tras un largo día de trabajo. El cielo, teñido de tonos naranjas por el atardecer, parecía anunciar una tarde tranquila. Sin embargo, el destino, que a veces es cruel, gusta de jugar con nuestras certezas.
«¡Es una tragedia devastadora! Nuestra querida estrella nos ha dejado trágicamente esta mañana en un accidente de tráfico.»
Al momento siguiente, un ruido ensordecedor desgarró el aire. Una maniobra de frenado, chirrido de neumáticos y todo se convirtió en un caos. Tres vehículos chocaron entre sí y la fuerza del impacto provocó que fragmentos de vidrio volaran en todas direcciones. Emma fue arrojada contra el volante y su cuerpo se sacudió por la fuerza del impacto. Un grito espeluznante escapó de sus labios mientras el dolor penetraba cada fibra de su cuerpo.