Para quienes se encontraron con el perro guardián Cala, no fue miedo lo que sintieron. Más bien, era tristeza, compasión y frustración.
Cala se encontraba “custodiando” un concesionario de autos en San José, Costa Rica. Su dueño rara vez la alimentaba y cuando enfermó, le negaron el acceso al veterinario.
Con el tiempo, Cala se debilitó tanto que ya no podía mantenerse en pie. En lugar de eso, se sentó en un viejo neumático de automóvil y observó los acontecimientos que ocurrían a su alrededor, mientras una cadena corta estaba atada alrededor de su cuello, impidiéndole inclinar la cabeza y carcomiendo cada vez más su piel.
La salud de Cala se deterioró rápidamente y tenía grandes dificultades para mantener la cabeza erguida. Su respiración era dificultosa y sufría numerosos otros problemas de salud.
Si nadie hubiera venido a ayudar al pobre perro, su destino probablemente habría estado sellado.
Afortunadamente, un vecino se dio cuenta de lo mal que estaba el estado de Cala. Se puso en contacto con la policía, quien luego pidió ayuda al refugio local de animales Territorio de Zaguates.
La organización aceptó de inmediato, pero el camino hacia el rescate no sería nada fácil.
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Despojados de su dignidad
La imagen que recibieron los ayudantes cuando vieron por primera vez a Cala nunca abandonará la mente de Lya Battle, la fundadora del refugio de animales Territorio de Zaguates.
Ella le dijo a The Dodo: «Me sentí terriblemente triste y frustrada. La primera imagen que vi de ella fue la de una criatura patética, despojada de su dignidad y lista para rendirse; una perra con el alma destrozada, esperando el fin mientras vivía una pesadilla interminable».
Gracias a la policía y al refugio de animales, Cala fue finalmente liberada de su cruel dueño y llevada a un veterinario. Allí la cuidaron con cariño y le curaron las heridas, incluidas las profundas que le había provocado la cadena que llevaba alrededor del cuello.
Luego de su estancia en la veterinaria, Cala fue trasladada a Territorio de Zaguates, donde se le dio tiempo para su recuperación física y mental.
A Cala le llevó un tiempo recuperarse: las heridas eran difíciles de tratar y el dolor emocional que sufrió dejó una profunda cicatriz en su corazón.
Los voluntarios del refugio inicialmente tuvieron la impresión de que Cala odiaba a los otros perros allí. Les preocupaba ponerla con los demás animales porque temían que fuera imposible rehabilitarla.
Una teoría era que Cala nunca había estado en contacto con otros perros antes; algunos voluntarios incluso sospecharon que podría haber sido entrenada para atacar y matar a otros animales.
Pero con el tiempo, Cala empezó a confiar a regañadientes en los otros perros.
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Transformación notable
Cala ya no estaba enferma ni débil, deprimida y tímida: se había convertido en un alma fuerte y segura de sí misma. «Cada día que pasaba, su personalidad emergía más. Ya no le tenía miedo a la gente, sino que confiaba en ellos e incluso los ‘molestaba’ para que le prestaran atención», explicó Lya Battle.
Pero aunque Cala había progresado mucho, aún no estaba completamente segura. En junio de este año, unas personas irrumpieron en el refugio de animales y dejaron salchichas envenenadas. En total murieron 16 perros. Cala había comido una salchicha ella misma, pero sobrevivió, probablemente debido a su tamaño en relación con la cantidad que consumió.
El ataque con veneno la dejó conmocionada y luchó con problemas neurológicos por un tiempo. Pero Cala también superó esta fase.
Había sobrevivido años de abandono, tortura, hambruna y enfermedad. Su vida pendía de un hilo cuando fue rescatada, pero de alguna manera encontró la fuerza y la voluntad para regresar.
Aunque muchos perros nunca tienen una segunda oportunidad, la recuperación de Cala ha inspirado a miles de personas.
Hoy, Cala vive con una amorosa familia de acogida que le brinda toda la atención y el cariño que necesita.







