El dueño ata a un cachorro enfermo a un camión y lo abandona.

ANIMALES

Cuando el perro Duke empezó a toser, sus dueños decidieron no llevarlo al veterinario. En lugar de eso, lo ataron afuera y les dijeron a los vecinos que estaba enfermo y advirtieron a todos que se mantuvieran alejados de él. Duke pasó diez largos días bajo un calor sofocante, encadenado a un viejo camión, asustado, herido y completamente solo.

Plagado de pulgas, tendido en sus propias heces e incapaz de moverse, el perro joven se aferraba desesperadamente a su vida. Sus dueños no sólo lo habían abandonado, sino que también le habían roto las patas y habían intentado silenciarlo para siempre.

Pero alguien lo notó.

Una mujer llamada Alie no podía ignorar el sufrimiento del perro. Se puso en contacto con Rudozem Street Dog Rescue (RSDR), un refugio local de animales en Bulgaria que está preparado para lidiar con escenas tan trágicas.

Cuando llegó el cofundador Tony Rowles, quedó horrorizado por la condición de Duke.

“Estaba aterrorizado”, dijo Tony. Olía a amoníaco. No podía moverse ni un centímetro. Era abrumador.

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Los veterinarios confirmaron lo inimaginable: las patas de Duke no sólo estaban heridas, sino literalmente destrozadas.

“Fue un verdadero shock cuando el veterinario me dijo que tenía un traumatismo en las patas”, dijo Tony al sitio web The Dodo. Las patas estaban claramente rotas. Estaban destrozadas. Los ligamentos habían desaparecido; los huesos parecían flotar en las patas.

A pesar de todo, Duke no se había dado por vencido.

Tony decidió no llevar a Duke al refugio que ya estaba abarrotado. En lugar de eso, se lo llevó a casa. Lenta y pacientemente, le mostró a Duke un mundo que nunca había conocido: un lugar seguro para descansar, comidas regulares y manos suaves que no lo lastimaban.

«Al principio, se portó bien cuando me acercaba, pero se notaba el miedo en sus movimientos. Durante las primeras semanas, se alejaba constantemente», dijo Rowles. Desarrolló un vínculo especial con mi esposa, Diane. Simplemente la amaba.

Después de una cirugía exitosa, cuidados intensivos y mucho amor, Duke comenzó a sanar tanto física como mentalmente.

En la actualidad, el cachorro, que antes estaba enfermo, vive en Inglaterra con una mujer de buen corazón que lo trata como a un rey. Corre, juega y da besos como cualquier otro perro. El miedo se ha ido, las cadenas se han ido. Lo que queda es puro amor.

Que esto sirva de recordatorio: el rescate salva vidas y, a veces, las cambia de maneras que nunca creímos posibles.

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