Cuando entré a la sala de partos esa noche con contracciones, mi marido y yo estábamos esperando ansiosamente el nacimiento de nuestro cuarto hijo. Nuestra familia ya era “desesperadamente grande”, como solíamos decir en broma.
Nuestros dos hijos del medio son gemelos, aunque antes nunca había habido gemelos en nuestra familia. Cuando quedé embarazada de nuevo, surgió un chiste familiar: «¿Y si esta vez son gemelos otra vez?».
Los abuelos también se sorprendieron bastante al principio y tuvieron que ayudarnos mucho. A más tardar en la segunda ecografía ya estaba claro si tendríamos que prepararnos de nuevo para una doble felicidad.
Pero no: nuestro cuarto bebé “Ninja” vino al mundo completamente solito. Cuando finalmente todo terminó, nos llevaron a una habitación individual privada que mi esposo y yo habíamos pagado por adelantado.
Unas horas más tarde, una enfermera me trajo el bebé para amamantarlo. Todo parecía tranquilo y en paz, hasta que de repente el médico jefe entró en la habitación con expresión seria. “Tenemos un pequeño problema…” dijo con cautela.
Esa misma mañana, una joven de 18 años dio a luz a su hija. Poco después, firmó un formulario, pidió un taxi y salió del hospital.
Apenas podía caminar después de dar a luz, pero no quería quedarse ni un momento más. No tuvimos más remedio que dejarla ir.
El bebé es hermoso. Sano, tierno, perfecto. Sé cuánto deseabas tener gemelos y pensé… ¿quizás podrías llevarte a este niño contigo?
Podríamos decir que tú lo diste a luz. Sé que esto no es legal. Pero no puedo soportar la idea de que este niño vaya al orfanato. ¿Qué clase de vida es ésta: sola, sin calor, sin cercanía? Me rompe el corazón.
Por supuesto, existe la vía oficial: un proceso de adopción. Pero eso lleva meses. Y no hay garantía. Durante este tiempo el bebé estaría en casa.
Es muy triste. Para ser honesto, me quedé atónito. Conocí bien a la Madre Superiora, Lyudmila Stepanovna. Una mujer de buen corazón, siempre amigable. También hablamos fuera de la clínica, en privado. Que pase algo así en su turno… no sé cómo sentirme.
Quizás por eso vino a mí con esta propuesta “suave”.