Fue una verdadera tragedia que la afectó desde muy joven: a los 23 años, Catherine Deneuve perdió a su hermana mayor, Françoise Dorléac, en un brutal accidente automovilístico. Una muerte prematura para la joven, a la que se le prometía una carrera brillante y que este martes habría celebrado su 81 cumpleaños, pero también un inmenso shock para su familia, replegada en sí misma…
Comenzaron su carrera juntas: apenas veinteañeras, Catherine Deneuve y su hermana mayor, Françoise Dorléac, dejaron su huella en el público con varias películas de culto. “Hermanas gemelas” en la legendaria película Les Demoiselles de Rochefort, las dos jóvenes tenían una carrera planeada con sus físicos de ensueño y un talento compartido.
Pero una tragedia trastocó ese destino que parecía escrito. Françoise Dorléac, el 26 de junio de 1967, tuvo que tomar un avión. La esperan en París y debe partir hacia Londres para asistir a la proyección de la película de Jacques Demy. La joven sale en coche desde Saint-Tropez para llegar al aeropuerto de Niza. Pero en el camino, conduce demasiado rápido y su coche derrapa: al chocar a toda velocidad contra un poste eléctrico, el vehículo se incendia y la joven muere quemada.
Un momento extremadamente difícil para la familia, según Catherine Deneuve, quien habló sobre su hermana para Psychologies Magazine. Confidencias raras sobre este tema tan delicado. “Era un tema tabú en mi familia. “El día que ella murió, una manta pesada cayó sobre nosotros y hablar de ella se volvió imposible, desgraciadamente”, explicó. Un trauma del que sus padres, Maurice Dorléac y Renée, tuvieron muchas dificultades para recuperarse y que también obligó a la actriz a tomar el relevo en la familia.
“Siento que tuve que tomar el poder cuando perdí a mi hermana, de mis padres y de mis otras hermanas. No se manifestó de manera muy directa, pero sí indirectamente, yo estaba allí para sostener y sobre todo para apoyar a mis padres, a mis hermanas. “Yo era un pequeño pilar”, dijo en una entrevista. Y no habló mucho de esta muerte, el «gran drama de su vida», y esperó 30 años para realizar un documental sobre ella, Elle s’appelait Françoise, dirigido por Anne Andreu.
“Es cierto que podría haberlo hecho antes… Supongo que no estaba preparada. No sabes por qué un día se vuelve posible hablar, es así. «Pensé también en todos aquellos que están de luto por la pérdida de un hijo, de un hermano, de una hermana… Sentí la necesidad de hacer saber el dolor que esto representa», confiesa en la misma entrevista, sin querer consultar a un psicólogo: «Hablé con mis amigos más cercanos».
Para ella, que este año celebrará su 80º cumpleaños y que en 2022 celebró el 55º aniversario de la muerte de Françoise Dorléac, el luto ha terminado. Y sobre todo porque entendió que su hermana, a través de su trabajo y sus luchas, es eterna: “Tengo la impresión de que mi hermana está muy presente en nuestro tiempo, hablamos de ella, la conocemos, ¡es muy sorprendente! Y no tanto al fin y al cabo: no puede pasar de moda, sólo hay que verla en entrevistas o en sus películas. Su manera de peinarse, de vestirse, de vivir, su extravagancia la convierten en una mujer muy contemporánea”. ¡Una hermosa declaración!