Vi algo muy sorprendente en la novia durante la boda de mi mejor amiga. Cuando levanté su vestido, todos quedaron en shock…

HISTORIAS DE VIDA

Se supone que las bodas deben ser momentos felices, pero al ver a Shanize caminando hacia el altar, algo dentro de mí me dio un mal presentimiento.

Había algo extraño, aunque no lograba identificar qué exactamente.

Cuando finalmente me acerqué para levantar su vestido, quedé completamente paralizada por la impactante realidad que me esperaba.

Conozco a Dave desde hace más de 30 años.

Crecimos juntos, compartimos secretos y nos reímos de los momentos incómodos de la adolescencia.

Cuando me dijo que se casaría con Shanize, esa mujer tan deslumbrante y elegante que conoció hace solo un año, me sentí realmente feliz por él.

Nunca imaginé que alguien pudiera hacerlo tan feliz, pero aquí estábamos, en su día especial.

La ceremonia era como de un cuento de hadas, casi demasiado perfecta.

Shanize parecía sacada de una revista nupcial, su vestido blanco y elegante flotando detrás de ella mientras caminaba por el pasillo.

Debería haberme dejado llevar por la belleza del momento, pero algo no encajaba.

Al principio, pensé que era solo nervios.

Después de todo, las bodas suelen ser estresantes.

Pero luego noté su manera de caminar.

No era firme, ni segura.

En lugar de caminar con seguridad, sus pasos eran pequeños, vacilantes, casi como si estuviera luchando por avanzar.

Me incliné hacia la hermana de Dave, Heather.

‘¿Ves eso?’

‘Camina raro’, le susurré.

Heather echó un vistazo rápido hacia el pasillo, pero solo se encogió de hombros.

‘Estás exagerando. Solo está nerviosa. Es un día muy importante.’

Traté de convencerme de que Heather tenía razón, pero mientras Shanize se acercaba al altar, la incomodidad seguía apoderándose de mí.

Sus pasos eran lentos, casi laboriosos.

No pude resistir más y susurré de nuevo: ‘Algo no está bien, Heather.’

‘Deja de hablar, Janice’, susurró, ‘estás arruinando el momento.’

Eché un vistazo hacia Dave, que estaba en el altar, su rostro resplandecía de emoción.

Cuando nuestras miradas se cruzaron, me hizo un pulgar hacia arriba y movió los labios: ‘¿Puedes creerlo?’

Sonreí de vuelta, pero por dentro, la tensión seguía creciendo.

A medida que Shanize se acercaba al altar, alguien detrás de mí murmuró: ‘Está deslizándose.’

Un escalofrío recorrió mi espalda.

Deslizándose, eso era.

No caminaba como se espera.

‘Necesito ver’, murmuré, avanzando e ignorando el intento frenético de Heather de detenerme.

Mi corazón latía con fuerza mientras me arrodillaba y con cuidado levantaba el dobladillo del vestido de Shanize.

Lo que vi debajo fue tan impactante que no pude comprenderlo de inmediato.

Zapatos de hombre.

Grandes, pulidos zapatos de hombre.

Parpadeé, tratando de procesarlo.

Miré más de cerca y noté el tejido de pantalones de traje, que estaban parcialmente cubiertos por el vestido.

Lentamente, mi mirada se desplazó hacia arriba, y entonces lo vi: la verdad que me miraba fijamente.

No era Shanize.

Era un hombre.

Un hombre con peluca, llevando un velo que cubría su rostro. Pero ahora, con tanta cercanía, el disfraz era evidente.

La iglesia quedó en un silencio absoluto.

‘¿Janice…?’ La voz de Dave tembló desde el altar, su alegría transformándose en confusión.

Me levanté, temblando, y encontré su mirada.

No encontraba palabras para explicar lo que estaba sucediendo.

Todos permanecieron paralizados, observando al hombre disfrazado de novia.

La tensión en el aire era palpable, como si todo estuviera a punto de colapsar.

Entonces, el impostor sonrió, quitándose el velo y la peluca con un gesto dramático.

La iglesia estalló en gritos de asombro cuando apareció un cabello corto y oscuro.

‘Sorpresa’, dijo el hombre con una sonrisa arrogante.

‘No se dieron cuenta, ¿verdad?’

Dave retrocedió, su rostro palideció.

‘¿Qué… qué es esto? ¿Dónde está Shanize?’

El hombre, el padrino de Dave, se rió.

‘Se fue, Dave. Hace días. Pero no te preocupes, ella me pidió que hiciera esto.’

La iglesia murmuró incrédula, pero la expresión segura del padrino no cambió.

‘Quería que supieras cómo se siente ser sorprendido.’

El rostro de Dave se torció de confusión.

‘¿De qué hablas?’

‘Shanize lo sabía, Dave’, dijo el padrino con burla. ‘De ti y de Vanessa, la dama de honor.’

El aire se escapó de la sala.

El rostro de Dave perdió todo color, y el horror en sus ojos era inconfundible.

‘No… no, eso no es verdad.’

‘Oh, sí’, continuó el padrino, su voz cargada de malicia. ‘Ella podría haber cancelado la boda, pero, ¿dónde estaría la diversión? Quería que todos vieran al verdadero Dave.’

El caos estalló.

Los murmullos frenéticos de los invitados llenaban la iglesia, algunos se ponían de pie para irse, mientras otros observaban incrédulos la escena que se desplegaba ante ellos.

Eché un vistazo a Vanessa, cuyo rostro estaba pálido y cuyas manos temblaban.

La voz de Dave se elevó en desesperación.

‘¡Esto no está pasando!’

Pero el padrino se acercó, su voz cortante.

‘Está pasando, Dave. La traicionaste, y ahora pagas el precio.’

La habitación estalló en caos.

Dave me miró, suplicando comprensión.

‘Janice, por favor…’

Sacudí la cabeza, llena de tristeza.

‘Dave, ¿qué has hecho?’

La iglesia se quedó en silencio mientras la fría voz del padrino atravesaba la sala.

‘Esta es tu condena, Dave. Por lo que le hiciste.’

Con esas palabras, se alejó, dejando a Dave solo – roto, expuesto y destruido.

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