Barilla fue llevada al refugio cuando tenía poco menos de un año. El animal estaba muy demacrado y pesaba sólo 7 kg, muy por debajo del peso normal para su edad y tamaño. Los voluntarios se enteraron de que los dueños habían dejado al animal en una habitación cerrada con llave sin asegurarse de que tuviera comida y agua. Barilla era muy delgada, sus huesos eran claramente visibles debajo de su piel y ni siquiera tenía fuerzas suficientes para mantenerse en pie.
El perro tuvo dificultades para levantarse, pero al cabo de unos segundos volvió a caer al suelo, incapaz de dar un solo paso. El dueño del refugio decidió ayudar al perro a recuperarse. Eduardo Rodríguez admite que en todos sus años ayudando a animales callejeros, nunca había visto un perro tan demacrado.
Barilla tenía que comer en porciones pequeñas, pero tenía que hacerlo con frecuencia. Lo que empeoró las cosas fue que el perro inicialmente se negó a comer y hubo que convencerlo de que comiera cualquier cosa. Con el tiempo, Barilla empezó a recuperarse, recuperó el apetito y a partir de ahí su recuperación avanzó mucho más rápidamente. Eduardo tenía tanto cariño a la perra que la sacó lo antes posible del refugio de animales y la acogió en su casa.
Gracias al amor y al cuidado, Barilla se recuperó por completo.
Ahora pesa 30 kg, es sana, enérgica y una perrita hermosa que adora a su dueño y pasa mucho tiempo jugando con otras mascotas que viven en la casa de Eduardo.