El dueño de los perros vivía en el estado indio de Punjab. Sus mascotas solían deambular cerca de la casa, pero siempre regresaban en cuanto él las llamaba. Ese día, el hombre las llamó durante un buen rato, pero no respondieron. Entonces decidió buscarlas por los alrededores.
A las afueras del pueblo, oyó el llanto de sus cachorros. Siguiendo el ruido, divisó un viejo pozo. El pozo estaba casi seco y llevaba mucho tiempo sin usarse.
Dentro del pozo, el hombre vio no solo a sus cachorros, sentados en una pequeña repisa sobre el agua, sino también a una cobra, ubicada al otro lado del pozo. La serpiente vigilaba atentamente a los cachorros, impidiéndoles moverse para que no cayeran al agua. Fue precisamente la cobra la que los había protegido de ahogarse.
El hombre se dio cuenta de que la serpiente llevaba varias horas vigilando a los cachorros. Fue a su casa a buscar una cuerda, la ató a un árbol y, con un saco en la mano, empezó a bajar al pozo.
Se movió lentamente para no asustar a la cobra, pero esta pareció comprender lo que hacía y simplemente observó sin intentar atacar. El hombre metió a los cachorros en el saco y lentamente comenzó a subir.
Una vez que los perros estuvieron a salvo, el hombre llamó a un encantador de serpientes, quien capturó la cobra y la liberó en el bosque.
