El cachorro corre curioso alrededor de una vieja bolsa que estaba tirada al borde de la calle. La bolsa se movía de manera extraña, como si hubiera algo vivo dentro.

ANIMALES

**Ese día, el sol se estaba poniendo lentamente, tiñendo el cielo de tonos brillantes de naranja y rosa. Yo estaba sentado en la veranda de mi casa, observando a mi cachorro Busya mientras corría alegremente por el jardín jugando con sus juguetes. De repente, algo nuevo llamó su atención: una vieja bolsa que estaba cerca de la cerca.

No le di mucha importancia. Pensé que la bolsa debía haber sido arrastrada por el viento. Pero Busya parecía obsesionado con ese objeto. Empezó a correr alrededor, a olfatearla, y de pronto se quedó paralizado, como si hubiera escuchado algo extraño. Y entonces me di cuenta: la bolsa se estaba moviendo.

Al principio pensé que era mi imaginación, pero no. La bolsa realmente se movía. Muy despacio, casi imperceptiblemente, pero se movía. Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Qué podría ser? ¿Un animal? ¿Una serpiente? ¿O algo aún más aterrador?

Llamé a mis vecinos para que me ayudaran a resolver este misterio. Todos nos colocamos alrededor de la bolsa, observándola con confusión y miedo. Nadie se atrevía a acercarse. Busya, sin embargo, seguía dando vueltas a nuestro alrededor, emitiendo suaves pero insistentes sonidos, como si intentara decirnos algo importante.

«Vamos a abrirla con cuidado», sugirió uno de los vecinos, y todos estuvimos de acuerdo. Agarramos las esquinas de la bolsa y comenzamos a desatar con cuidado la cuerda que la sujetaba.

Cuando abrimos la bolsa, vimos algo que nos dejó profundamente conmocionados. Dentro había un niño pequeño. Era un bebé, de apenas unos meses. Tenía los ojos bien abiertos y nos miraba sorprendido y tranquilo, como si entendiera que algo importante acababa de suceder.

Todos nos quedamos paralizados y no podíamos creer lo que veíamos. ¿Quién podría dejar a un niño tan pequeño allí? ¿Cómo había llegado a esa bolsa? Muchas preguntas nos rondaban la cabeza, pero no había tiempo para pensar. Rápidamente levantamos al bebé y llamamos a una ambulancia.

Mientras esperábamos a los médicos, Busya no se separó de nuestro lado, como si sintiera que el niño había sido salvado gracias a él. Le lamió la mejilla al bebé, y para nuestra sorpresa, el pequeño sonrió.

Cuando llegaron los médicos, examinaron al bebé y dijeron que estaba bien, aunque, por supuesto, necesitaba atención médica y cuidados. Lo llevaron al hospital y la policía inició una investigación para descubrir quién había cometido ese acto tan cruel.

Pasaron varias semanas hasta que pudimos conocer toda la verdad. Resultó que la madre del niño era una joven que estaba pasando por una situación muy difícil. Estaba sola, sin apoyo, y no sabía cómo afrontar sus problemas. En su desesperación, decidió abandonar a su hijo con la esperanza de que alguien lo encontrara y cuidara de él. Sus actos fueron erróneos y peligrosos, pero su corazón estaba lleno de amor por su hijo.

El niño encontró una nueva familia que lo acogió con alegría. Y Busya… Busya se convirtió en un verdadero héroe de nuestra región. Todo el mundo hablaba de cómo había ayudado a salvar la vida de ese bebé. A veces lo miro y pienso que hay muchas cosas en el mundo que no podemos explicar. La intuición de los animales, su capacidad de sentir y entender cosas que nosotros no podemos ver, es un verdadero milagro.

Y ahora, cada vez que veo a Busya jugando en el patio, doy gracias al destino por tener un amigo tan fiel y valiente.**

Rate article
Add a comment